El "voto útil" se impuso en Francia en las elecciones presidenciales. El conservador Nicolás Sarkozy ganó la primera vuelta ayer con el 31,1 por ciento de los votos pero la socialista Ségolène Royal llegó segunda, con el 25,8 por ciento y se enfrentaran en el ballottage el próximo 6 de mayo. El centrista Franois Bayrou fue la víctima de la polarización de dos proyectos de sociedad confrontados. Consiguió el 18,5 por ciento, según el conteo oficial. En el último minuto, sus electores prefirieron un "voto eficaz" para frenar al miedo que les producía el proyecto Sarkozy.Según una encuesta de Ipsos difundida anoche, Sarkozy ganaría la segunda vuelta con entre 52% y 54% de los votos a Royal, que obtendría entre 46% y 48%.Los franceses no quisieron repetir la pesadilla del 21 de abril del 2002, cuando el xenófobo Jean Marie Le Pen superó al socialista Lionel Jospin, llegó a la segunda vuelta y todos se vieron forzados a votar masivamente por el hoy saliente presidente Jacques Chirac por espíritu republicano. El Frente Nacional de Le Pen quedó relegado ayer a un cuarto lugar, con el 10,5 por ciento de los votos.La tasa de participación fue un récord histórico: 85 por ciento del padrón electoral. En algunas ciudades y en París prolongaron la jornada electoral después de las 8 de la noche, por el aluvión de electores que esperaban sufragar. El 15 por ciento se abstuvo.Los resultados otorgaban un 4,3% al troskista Olivier Besancenot; un 2,4% al euroescéptico Philippe de Villiers; un 1,9 por ciento a la comunista Marie Gorge Buffet; 1,5 a la ecologista Dominique Voynet; 1,4 a la trotskista Arlette Laguiller; 1,3% al antiglobalizador Jose Bové; y 1,1 al ruralista Gerard Schivardi. Los derrotados deberán decidir a quién apoyan en el ballottage. La "izquierda de la izquierda" ya ha anunciado su voto a favor de Royal, pero todos esperan la decisión de Bayrou, que recién se pronunciará durante la semana. Ese 18 por ciento obtenido por la centrista UDF podrá dividir sus lealtades entre Sarkozy y Royal equitativamente. En ellos se juega el futuro de quién puede ganar el ballottage."A partir de esta noche, la política francesa ha cambiado y no será jamás como antes", advirtió Bayrou en París a sus entristecidos simpatizantes. "Al fin hay un centro, un centro amplio, un centro noble, un centro independiente, que no abandonará ninguna de sus convicciones", aseguró sin revelar cuál es su candidato en el ballottage. Pero advirtió que él "no volverá atrás".Jean Marie Le Pen trató de justificar su derrota, argumentando que había ganado la batalla de las ideas. Todos los candidatos hablaban de la identidad nacional y la inmigración para combatirlo, al ritmo de La Marsellesa. Aún tiene poder para embarrar la cancha con su 11 por ciento. Recién recomendará a sus electores su opción para el ballottage el próximo 1ø de mayo. Algunos creen que impulsará el voto en blanco o nulo.Los franceses eligieron una fórmula tradicional para la segunda vuelta: el duelo histórico entre la UMP y el Partido Socialista. Pero todos votaron masivamente no sólo una nueva generación política sino "un cambio" en Francia: brutal y competitivo, como el que propone Sarkozy, o con "un orden justo", como el que pregona Royal.Más que una ideología de izquierda o de derecha, los franceses de un lado y del otro no quieren que sea su estilo de vida la variable de ajuste para una resurrección social, política y económica indispensable de su país. El modelo social francés va a cambiar, junto a las reglas de juego, pero unos y otros quieren que el Estado los proteja. La diferencia entre los dos candidatos que llegarán a la segunda vuelta es cómo lo harán, con más o menos sufrimiento, con menor o mayor humanidad.Bajo un espectacular sol de primavera, más de 44 millones de franceses partieron a votar en medio de una pasión nacional de las últimas 48 horas por las elecciones. La abstención llegó sólo al 15 por ciento, una cifra también histórica. Esta tasa demuestra el interés de la sociedad francesa, en una campaña presidencial que el resto del mundo observaba y no comprendía en todos sus detalles. Después del 21 de abril del 2002 y del "No" al referendum en Europa, los electores franceses habían querido dar a su clase política un mensaje de hartazgo que sus líderes no entendían ni escuchaban. En esta oportunidad decidieron ser más explícitos y no aceptaron la oferta de "voto antisistema", que les ofrecía Bayrou con su "gobierno de unidad", ni la amenaza republicana del Frente Nacional y Jean Marie Le Pen. Eligieron el "voto eficaz o útil"."Yo siempre voté socialista pero esta vez no me gustaba Ségolène. No me parece demasiado socialista. Hasta el sábado, pensaba poner el voto a Bayrou. Pero después, decidí: 'Hay que frenar a Sarko'. Y voté por Ségolène", explicó Emmanuelle, una maestra en un colegio electoral de la zona de Republique en París.Sabine, cajera en un supermercado y con padres senegaleses, llegó cubierta con su velo musulmán al colegio y votó rápido. "Yo voté la derecha: a Sarkozy. No tengo miedo de decirlo. Es hora de que en este país se rompan los estereotipos".Familias completas llegaban a votar a los colegios electorales: padres, hijos, abuelos, novios. Los padres le explicaban a sus chicos lo que este ejercicio implicaba en estas condiciones históricas para Francia.
Fuente diario Clarìn 24/4/06